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lo que se de P.C. es que tiene unas cuantas ferraris, coleccion de ford t , una ford 34 original de fabrica(jamas repintada), unos mustang(entre ellos , adquirio hace poco el shelby gt 500)un cobra original, y uno de los 3 ford K (año 1903), que de los otros 2 , uno esta desaparecido, y el otro lo tiene ford detroit, que el mismo lo adquirio hace unos años en casi un palito verde
salu2
el mustang es un shelby block 427 de aluminio con tapas hemisfericas ,(trae las bujias como el r 12 alpine), y tiene un ford k, de los cuales el museo ford tiene uno y el otro lo tiene el goyo, hay un 3 pero se encuentra desaparecido...( TODO ESTO DICHO X EL PROPIO PEREZ COMPANC....)
Goyo Perez Companc es el más enigmático de todos los magnates suramericanos.
Es un hombre religioso, tímido, a quien le gustan la vida del campo y los Ferrari
Gregorio 'Goyo' Perez Companc no es un hombre que brille por su inteligencia. Tampoco es carismático o sobresaliente. A primera vista, se le puede confundir con un vendedor de autos usados. Tiene 68 años. Mide un metro con 68 centímetros de estatura, pesa aproximadamente 80 kilogramos y usa trajes grises o azules, pero nunca de marca. Católico de misa diaria, modesto, sumamente tímido, a Goyo también lo apodan El Fantasma, porque no suele mostrarse en público ni aparece en televisión ni va a reuniones con el Presidente.
En toda su vida de hombre austero, sólo se le conocen un par de caprichos que contrastan con su manera de ser. Uno fue la compra en julio de 1998, de una coupé Ferrari F50, edición limitada, dos plazas, descapotable, color rojo brillante, considerado uno de los más caros del mundo y por el cual pagó 600.000 dólares. El automóvil fue especialmente construido por Ferrari para festejar sus 50 años y sólo hay en el mundo 150 unidades. Otro gusto extraño a su personalidad fue la compra, por 45 millones de dólares, de un jet Boeing 737, un avión capaz de volar de Buenos Aires a Miami sin escalas.
Goyo a veces participa de una competencia llamada 'carrera de las mil millas'. Suele acompañar, como copiloto, a Luis, uno de sus hijos menores, igual de fanático de los carros. Además, utiliza uno de sus campos de Escobar (una localidad al norte de Buenos Aires) como pista de pruebas: allí suele conducir otras máquinas de colección, como un Ford Cobra de los años cincuenta.
El petrolero argentino tiene un patrimonio de aproximadamente 1.700 millones de dólares, es el dueño del Grupo Perez Companc S.A., la organización más poderosa de capital nacional y figura en el puesto 292 de la lista de las 500 fortunas más grandes del planeta que elabora la revista Forbes.
Perez Companc era una pequeña empresa familiar de transporte que se transformó en uno de los conglomerados de energía mejor integrados de Argentina. Dedicado a los negocios de petróleo, gas, petroquímica, refinación y electricidad en América Latina, el grupo está encabezado por Pecom Energía S.A. que a su vez controla varias empresas vinculadas principalmente con el sector energético. Pecom tuvo ingresos por 1.546 millones de dólares en el año 2000. De esta empresa dependen una larga lista de filiales como Perez Companc del Perú, Venezuela, Ecuador y Brasil; Innova, una productora y comercializadora de petroquímicos; Conuar y Fabricación de Aleaciones, que suministra combustibles para las centrales nucleares argentinas Atucha I y Embalse, y Enecor, una empresa de conexión eléctrica.
En el frente de la producción agrícola el grupo Perez Companc controla el 100 por ciento de Pecom Agropecuaria, que comprende diez complejos agroindustriales con un total de 87.000 hectáreas dedicadas a la cría y engorde de ganado, la producción de leche y el cultivo de trigo, maíz, soja, girasol y arroz.
Hasta hace menos de un año, Perez Companc era propietario del 18,5 por ciento del Banco Río de Argentina, porcentaje que vendió al banco de inversión americano Merrill Lynch (el resto del banco, que también era de su propiedad, se lo había vendido antes al Banco Santander de España). El Grupo da empleo a cerca de 10.000 personas, con un salario promedio de bolsillo de 1.000 dólares. Maneja, a través de sus empresas, más del 25 por ciento de los negocios que se mueven en la bolsa de Buenos Aires.
La historia de Perez Companc es una mezcla de leyendas y misterios que el magnate con su silencio ha dejado en manos del mundo de la especulación. Hay quienes dicen que fue adoptado por la señora Margarita Companc de Perez Acuña. Otros sostienen que, en realidad, es el fruto de una relación de su padre, Ramón Perez Acuña, y una empleada del servicio doméstico. Es tan complejo y oscuro su origen, que en el propio Registro de Personas fue modificada su identidad, y de un día para el otro su apellido original, Bazán, se transformó en el de Perez Companc.
Goyo se sacó el premio mayor hace 44 años, el bendito día en que Margarita se dirigió a dos de sus hijos de sangre, Carlos y Alicia, y pronunció, desde su lecho de moribunda las siguientes palabras: "Se llamará Perez Companc. Tendrá todo lo que tienen ustedes. Es mi último deseo y espero que lo cumplan". Goyo tenía entonces 24 años y nadie, sinceramente nadie, esperaba que tiempo después se quedara con semejante imperio.
Fue enviado a los mejores colegios y sus boletines eran siempre idénticos: el mejor en conducta y el peor en la mayoría de las asignaturas. No terminó la secundaria, y la familia empezó a preocuparse. Fue entrenado para familiarizarse con la administración de las empresas del grupo, pero él amaba el campo, las ovejas y las vacas, y durante años llegaron a pensar que jamás sería capaz de administrar ni la caja chica. Fue maltratado e ignorado por sus hermanastros mayores, Carlos y Alicia. Y tuvo que esperar más de 35 años para comandar, de manera efectiva, el grupo económico más grande de la Argentina.
Perez Companc, la empresa, nació en 1946, cuando los hermanos Carlos y Jorge Joaquín Perez Companc cobraron una indemnización del Estado por la expropiación de unas tierras en La Patagonia y lo sumaron a un préstamo de un grupo de amigos de la Acción Católica para comprar cuatro barcazas en Estados Unidos. Antes de su largo viaje al norte, los hermanos obtuvieron una carta de presentación del abad de los benedictinos de Buenos Aires, Andrés Azcárate, que les sirvió para tener acceso a empresarios influyentes de Estados Unidos en su búsqueda de un precio cómodo para las embarcaciones. Las barcazas les salieron, en total, en 600.000 dólares y con ellas armaron una flota de transporte entre Buenos Aires y el sur del país.
Pero la Naviera Perez Companc no hizo grandes negocios sino después de 1959 cuando, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, se le otorgó la primera concesión petrolera. En los años siguientes, la compañía se especializó en la perforación y reparación de pozos petroleros, mientras las actividades de transporte marítimo fueron gradualmente abandonadas.
Desde entonces, el grupo aprovechó cada momento político para sacar ventaja de la debilidad del Estado. En 1968, el dictador Juan Carlos Onganía anuló una licitación y le entregó a Perez Companc un yacimiento muy productivo; en 1977 el superministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz le cedió facilidades en detrimento de su competidor, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
El grupo fue el mayor beneficiario de las privatizaciones de la era menemista en campos como el petróleo (refinería San Lorenzo), gas (Transportadora de Gas del Sur) y telefonía (Perez participó en el consorcio Telecom, para licitar por Telecom Argentina) y también el que más dinero puso para la campaña presidencial.
"Aunque fue el participante más activo del proceso de privatizaciones de la era menemista'', escribió el periodista de Pagina 12 David Cufré, a propósito de la responsabilidad de su electrificadora en los apagones de febrero de 1999 en Buenos Aires, "su estilo de vida monacal, sus generosas donaciones al Opus Dei, su alejamiento de la casta de empresarios farandulescos, y su trabajada habilidad para mantenerse a distancia de los escándalos del poder, pero no tanto como para desaprovechar las oportunidades que éste genera, crearon en Goyo un aura de castidad que lo ampara de apagones y denuncias''.
Goyo se quedó con todo el imperio de la familia por obra del destino. Su hermanastro menor, Jorge Joaquín, murió en 1959. Su hermanastro mayor, Carlos, el verdadero hacedor del grupo, murió en 1977. Y la hermanastra que le quedaba, Alicia, sufrió una trombosis en 1992 y tres años después falleció. Ni Jorge Joaquín, ni Carlos ni Alicia dejaron descendientes.
La cuestión es que en 1977, cuando empezó a manejar Perez Companc, el grupo facturaba 200 millones de dólares por año. Y hoy, 25 años después, la cifra se ha multiplicado por ocho.
¿Qué fue lo que hizo que un hombre no muy inteligente, poco instruido, silencioso y sin la mínima preparación, se convirtiera en el más rico y poderoso de la Argentina? La respuesta hay que buscarla en su capacidad para elegir colaboradores, su humildad para delegar hasta las principales decisiones y su confianza ciega en su familia, contó un alto ejecutivo que trabajó muy cerca de Goyo hasta hace poco.
Goyo se casó a los 27 años con María Carmen Munchi Sundblad, una atractiva argentina de la alta sociedad. Munchi, de 60 años, alta y delgada, morocha, muy sencilla, tan católica como él, suele usar faldas por encima de las rodillas y mocasines sin tacones, para no parecer más alta que su marido.
Munchi fue, durante mucho tiempo, presidenta de la Asociación Argentina de Criadores de Vacas Jersey. En los años noventa, la esposa de Goyo cumplió su sueño dorado: abrir su cadena de heladerías Munchi's. Los helados Munchi's son elaborados con leche de vaca Jersey, lo que los hace más suaves, sabrosos y cremosos. La tienda más grande de la cadena está en una localidad de Escobar. Se levantó con una inversión de cuatro millones de dólares, cifra despreciable para la fortuna de los Perez Companc, pero enorme para el tipo de negocio que se desarrolló. A poca distancia de la heladería hay un campo de 262 hectáreas. Allí Munchi cría las Jersey que alimentan a los helados. Munchi's no es una heladería como la mayoría. Tiene un mini zoológico de animales exóticos traídos desde todas partes del mundo.
Goyo y Munchi tuvieron siete hijos: Margarita, Jorge, Rosario, Pilar, Cecilia, Pablo y Luis. Margarita, la primera, murió de manera absurda, en un accidente automovilístico, en una ruta de la Patagonia, el 16 de abril de 1984 cuando apenas tenía 19 años. Goyo jamás pudo superar lo que se considera como el golpe más terrible de su vida. Un día que la extrañaba mucho se llevó a su antigua oficina, en un piso 23, un dibujo que Margarita le había regalado cuando era pequeña. Otro día se llevó el retrato de la virgen que Margarita tenía en su cuarto de estudiante. Poco después de su muerte, en los folletos de Perez Companc se incorporó, junto a la bandera azul y amarilla de la empresa, el dibujo de una margarita, en homenaje a la hija.
El segundo hijo de Goyo y Munchi se llama Jorge y es el heredero indiscutido del gran imperio económico. Con 35 años, casado, tres hijos, un metro 80 centímetros de estatura, ojos azules, sencillo y tímido, como su padre, amante del campo y con estudios universitarios incompletos, 'Jorgito' pasó en 1993 de nené de papá a tesorero del Banco Río -el banco privado más importante entonces de la Argentina-, en lo que se constituyó en el primer avance de Goyo y su familia para controlar, de manera absoluta, todos los negocios del grupo.
Hasta el ingreso del primogénito, las decisiones del grupo pasaban por un trío de ejecutivos: Roque Maccarone, Eduardo Casabal y Oscar Vicente. Maccarone se ocupaba del Banco Río. Casabal se encargaba de la administración y finanzas de las otras empresas del grupo. Y Vicente era el gran estratega de los negocios petroleros y energéticos. Pero Maccarone renunció apenas Jorge fue nombrado tesorero (ahora es el presidente del Banco Central de la República Argentina), Casabal se retiró al poco tiempo, y Vicente soportó estoico hasta abril de este año, cuando fue reemplazado como vicepresidente y mano derecha de Goyo por Mario Lagrosa.
Cambio de rumbo
Al tiempo con Jorge Perez Companc aterrizaron cuatro especialistas de McKinsey por seis millones de dólares anuales para decidir su estrategia de negocios. Desde entonces, el hombre más rico y misterioso de la Argentina vio como su grupo cambiaba de rumbo una y otra vez, y todavía la mayoría de los analistas no se atreve a pronosticar hacia dónde irá definitivamente.
En 1997 Jorge se consolidó en la conducción del conglomerado, al ser nombrado vicepresidente de PC Holding. Entonces, el grupo, aconsejado por McKinsey, había decidido concentrarse en su actividad principal -el petróleo- e irse desprendiendo de la mayoría de los negocios obtenidos en las privatizaciones, como el de los teléfonos, la construcción y las rutas, lo que le reportó 2.000 millones de dólares. Pero esa decisión coincidió con el derrumbe del negocio petrolero en todo el mundo y las fusiones de los grandes jugadores en esa actividad. Entonces se encontraron con un panorama muy complejo.
Se dieron cuenta que no podían competir con las grandes petroleras internacionales, que hoy facturan en promedio entre 30.000 y 100.000 millones de dólares, mientras Perez Companc tiene ventas por menos de 1.500 millones de dólares. Por otro lado sentían que, una vez vendido el Banco Río, el costo del dinero en el mercado internacional era demasiado alto: las petroleras internacionales grandes obtenían dinero al 6 por ciento anual; su competidor nacional, YPF, lo lograba al 10 por ciento; pero a Perez Companc le estaban pidiendo entre el 12 y el 13 por ciento. En consecuencia, entendieron que iba a ser más difícil todavía pelear en el mundo en plena etapa de mega fusiones como la de British Petroleum con Amoco.
Además, apartándose de la decisión de concentrarse en el sector petrolero, el grupo compró Molinos La Paulina y Molfino por 600 millones de dólares para hacerse fuertes en el sector alimentario y diversificar los negocios hacia sectores que conocen bien.
Finalmente, comenzaron a analizar la posibilidad de vender la empresa.
Perez Companc es la cuarta petrolera de Argentina. Produce 80.000 barriles diarios mientras YPF produce 685.000. Pero es chica si se compara con cualquier empresa similar en el resto del mundo. La apertura y la globalización la perjudicaron tanto o más que al resto de los grupos económicos locales. La diferencia entre éstos y Perez es que los primeros vendieron y, según expertos en grupos económicos como Miguel Khavisse, Perez Companc "se equivocó al haber apostado tanto a petróleo, petroquímica y gas".
El primer intento de vender Pecom Energía fue en 1997, cuando Shell hizo una oferta tentativa que fue rechazada. El segundo fue a fines de 1998, pero tampoco prosperó. El tercero fue en mayo de 1999. Y en ese momento se llevaron a cabo conversaciones no solo con Shell. También oyeron a Enron, Chevron y BP-Amoco.
Finalmente, Perez Companc no pudo concretar ninguna operación. Pero la idea de vender la empresa todavía no ha sido desechada.
Mientras tanto, el grupo decidió invertir 5.000 millones de dólares en los próximos cuatro años en la extracción y exploración de petróleo en Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia.
¿Por qué tanto cambio de rumbo? ¿Acaso cree que ahora, para competir con el mundo, debe expandir su "energía petrolera" en América Latina?
Khavisse supone que la regionalización es una estrategia defensiva, para levantar el margen futuro de producción y de rentabilidad. La mayoría de los analistas opina que Perez Companc ya no se puede sostener solo. Tiene una deuda que asciende al 50 por ciento de su capital y que es considerada demasiado alta y peligrosa, para los estándares de la industria.
Y no le ha ido nada bien en el mercado de valores. PC Holdings, la firma del magnate que salió a bolsa en Nueva York en enero de este año, tuvo un comportamiento muy malo comparado con el promedio Dow de firmas petroleras. Mientras que la media ganó el 27 por ciento en el último año, Perez Companc perdió un 6 por ciento.
Y los problemas para venderla no han desaparecido. "Perez Companc tiene un holding demasiado diversificado como para resultar atractivo a un fondo de inversión de gran tamaño", reconoció uno de los directivos del grupo.
Pero tampoco están en capacidad de volverse un gran jugador. "A pesar de que la compañía tiene un fuerte flujo de caja, su capacidad para financiar una gran adquisición sería poca porque su precio en bolsa es muy bajo'', explicó a Institutional Investor el analista de Merrill Lynch, Frank McGann. "Y una gran parte de ésto se debe a que la empresa es asociada [en los mercados internacionales] con Argentina''.
Es por ello que el jefe financiero de Perez Companc, Mario Lagrosa, declaró recientemente que la empresa está haciendo un gran esfuerzo para tratar de "diferenciar la compañía del riesgo país que representa Argentina. Como si esto fuera poco, hasta la que fue considerada una virtud durante tantos años, su bajo perfil -en rigor, su nula aparición en los medios de comunicación- está siendo ahora considerada una desventaja para asociarse, vender o pedir crédito.
"Los administradores de fondos quieren verle la cara a quienes les manejan su dinero'', concluyó un analista de mercado especialista en economías emergentes.
Si lo conocieran de verdad, no tendrían por qué preocuparse. Gregorio Perez Companc parece el más común de todos los mortales. Se levanta por la mañana muy temprano, y antes de las ocho y media llega a su oficina. La mayoría de las veces conduce él mismo. Durante mucho tiempo no tuvo custodia, pero cuando sus tres únicas fotos empezaron a ser publicadas en los medios, un reducido grupo de hombres muy discretos lo sigue de lejos, vaya donde vaya. Los domingos va a misa en la localidad de Escobar. En su casa de Palermo Chico no hay ningún signo de riqueza u ostentación.
La familia no suele veranear en Europa o Estados Unidos, sino en la Patagonia, en un paraíso natural llamado Quina-Quila, a 36 kilómetros de San Martín de los Andes y muy cerca de Bariloche.
Cuando no veranea ni va a misa, Goyo utiliza el domingo para hacer lo que más le gusta en la vida: ir al estadio Monumental de Buenos Aires para ver a River Plate, el equipo de sus amores.
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