El auto mas avanzado a su epoca ¿exisitó? ¿estuvo en Argentina?
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Doce cilindros y 38 litros de cilindrada. Podría tratarse de la Bugatti más soberbia de la historia, pero la marca de Molsheim niega haberla fabricado. Una extraña carambola con el acorazado nazi Graf Spee depositó sus restos en el Río de la Plata. Sus descubridores argentinos la pusieron en venta por 12 millones de dólares. Hoy, la desaparición del auto y de sus propietarios agigantan el misterio.
Un elegante roadster de más de seis metros de largo, con las ruedas carenadas y un largísimo capot para albergar un motor descomunal. Así describía una lámina coleccionable de la vieja revista AutoMundo a la Bugatti Type 57 SC de 1936, apodada “Empereur” (“Emperador”).
Durante años esa ilustración fue la única prueba de la supuesta existencia de la Bugatti más soberbia de la historia. Tan espectacular y exclusiva que haría enrojecer de vergüenza a la Type 57 SC Atlantic, que la semana pasada se vendió en una subasta por 30 millones de dólares.
El problema es que sólo la revista AutoMundo y un par de personas más se atrevieron a decir que la Empereur existió realmente. La firma Bugatti no reconoce en sus archivos haber construido jamás un vehículo tan colosal.
Sin embargo, hace cuatro años los argentinos Sergio Garino, Daniel Ledesma y Pablo Palumbo aseguraron tener en su poder la Empereur original, que habría llegado a nuestro país de manera casual.
Mostraron fotografías espectaculares, con un block de tamaño descomunal, numerosas piezas grabadas con el logo de Bugatti y varias plaquetas en broce pegadas al chasis con el nombre del modelo y su número de serie.
De pronto, los expertos en Bugatti de todo el mundo se empezaron a plantear la pregunta lógica: ¿cómo es posible que el más misterioso eslabón perdido de Bugatti haya terminado en la Argentina?
Y, como en todo guión cinematográfico, acá es donde aparecen los nazis.
Siempre según el relato de los propietarios, la Empereur fue encargada a Bugatti en 1935 por el capitán de navío alemán Hans Langsdorff, comandante del acorazado nazi Admiral Graf Spee. Como es sabido, este buque de combate protagonizó la única batalla naval de la Segunda Guerra Mundial que se disputó en aguas del Río de la Plata.
Langsdorff y su tripulación se rindieron en diciembre de 1939. Descargaron todas sus pertenencias en los puertos de Buenos Aires y Montevideo, y hundieron el barco. El capitán se suicidó en su lugar de detención pocos días después, pero antes le encargó a un ciudadano uruguayo que cuidara todas sus pertenencias. Entre ellas, según dicen, estaba la Bugatti.
Los actuales propietarios le compraron el vehículo –completamente desarmado- a esta persona que no identifican, en una fecha que no precisaron y por un monto que no revelaron.
Pero describieron al Empereur como “el más bello automóvil jamás construido por Jean Bugatti, el cual fuera diseñado por encargo especial y personal del alto jefe militar de la armada alemana ya nombrado, durante la Segunda Guerra Mundial, y que fuera construido sobre la clásica carrocería de los Type 57. El automóvil es único en el mundo”.
Y lo cierto es que, al repasar las características técnicas declaradas, no hay dudas de que se trataría de algo único: 6,5 metros de largo, 4,5 metros de distancia entre ejes, 1,8 metros de trocha, motor V12 con cuatro válvulas por cilindro y cuatro árboles de levas a la cabeza. Treinta y ocho litros de cilindrada (38.000 cc), doble inyección y compresor movido por palieres.
La asombrosa ficha técnica no termina ahí: caja semiautomática de seis velocidades, llantas de 24 pulgadas, doce salidas de escape, dos tanques de combustible con una capacidad total de 500 litros y lubricación por cárter seco para 80 litros de aceite. Velocidad máxima: 300 km/h.
Ante la inexistencia de cualquier registro oficial que certifique la real existencia de la Empereur, Sergio Garino lo tomó como un dato a su favor en una carta que escribó en 2007: “Esto puede significar o confirmar que el auto fue construido por encargo y para una sola persona muy especial, fuera del programa de producción normal de la empresa. La otra posibilidad, se conjetura, ya que eran tiempos de guerra, es que los archivos hayan sido destruidos por algún siniestro”.
Hace algunos años, Garino, Ledesma y Palumbo pusieron en el aire una página web donde anunciaron que la Bugatti Empereur estaba a la venta por 12 millones de dólares. “Sólo para grandes coleccionistas”, remarcaba el aviso.
La noticia despertó de inmediato la atención de los expertos en Bugatti de todo el mundo. El investigador holandés Jaap Horst, autor del sitio Bugatti Page, publicó un completo informe sobre la Empereur, con muchas fotos, donde relató la historia contada por los tres propietarios. Se sorprendió por las características técnicas de este auto que hasta el momento desconocía y planteó sus dudas sobre la autenticidad de las piezas.
“En las fotografías se puede ver que prácticamente cada pieza del auto ha sido numerada y estampada con el logo de la marca, aunque no de la manera en que Bugatti lo hubiera hecho. Además, los detalles de los encastres no son correctos. No se utilizaron tuercas ni tornillos del tipo que Bugatti solía usar. Se me informó que el auto tiene el volante a la izquierda. Sólo conozco otra Bugatti así y también es una réplica”, analizó Horst.
“Con respecto al motor, podría ser un Hispano Suiza 12Z, que tiene especificaciones muy similares a las declaradas por los propietarios de este vehículo. Se sabe que, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando todavía estaba en Bordeaux, Bugatti fabricó partes para motores de aviones Hispano-Suiza. Todavía debo convencerme de que este es un auto original”, remató el experto.
A los argentinos, las dudas planteadas por Horst no les cayeron bien y le respondieron poco después con una carta pública firmada por Sergio Garino. “No puedo entender cómo alguien puede confundir un motor Hispano-Suiza Z-12 con el motor de nuestro auto, que fue construido por Ettore Bugatti en su planta de Bordeaux. Tengo testimonios para mostrar y comprobarlo. No puedo entender cómo se atreve a minimizar el espíritu creativo de Ettore Bugatti (…) Sin más razón, y con el propósito de responder las dudas que puedan surgir de los amantes de la historia de Bugatti, me despido de usted por el momento”.
El intercambio de opiniones generó intensos debates en los foros especializados en Bugatti. Las dudas de los especialistas eran más que las certezas, pero más de uno confesaba que la marca francesa bien podría haber sido capaz de crear un auto tan espectacular. Querían creerlo, por más que las pruebas no abundaran.
Desde hace más de dos años Argentina Auto Blog intentó contactarse en reiteradas oportunidades con los propietarios de la Bugatti Empereur con resultados frustrantes. Después de varios intentos, la semana pasada una de las personas que ayudó al desarrollo de la web original de la Bugatti Empereur aseguró que uno de sus propietarios había fallecido. No brindó más datos. “Con él ha desaparecido mi vinculación con esta antigüedad”, agregó.
El final de esta historia queda tan abierto y cargado de intrigas como el comienzo. De lo que no hay dudas es de que se trata de una gran historia. Tan grande como la formidable Bugatti Empereur que, tal vez, sólo existió en una lámina.
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que pedazo de tapa
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me genera dudas que lleven un auto asi a pasear en la 2 guerra mundial a bordo de un acorazado
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Doce cilindros y 38 litros de cilindrada. Podría tratarse de la Bugatti más soberbia de la historia, pero la marca de Molsheim niega haberla fabricado. Una extraña carambola con el acorazado nazi Graf Spee depositó sus restos en el Río de la Plata. Sus descubridores argentinos la pusieron en venta por 12 millones de dólares. Hoy, la desaparición del auto y de sus propietarios agigantan el misterio.
Un elegante roadster de más de seis metros de largo, con las ruedas carenadas y un largísimo capot para albergar un motor descomunal. Así describía una lámina coleccionable de la vieja revista AutoMundo a la Bugatti Type 57 SC de 1936, apodada “Empereur” (“Emperador”).
Durante años esa ilustración fue la única prueba de la supuesta existencia de la Bugatti más soberbia de la historia. Tan espectacular y exclusiva que haría enrojecer de vergüenza a la Type 57 SC Atlantic, que la semana pasada se vendió en una subasta por 30 millones de dólares.
El problema es que sólo la revista AutoMundo y un par de personas más se atrevieron a decir que la Empereur existió realmente. La firma Bugatti no reconoce en sus archivos haber construido jamás un vehículo tan colosal.
Sin embargo, hace cuatro años los argentinos Sergio Garino, Daniel Ledesma y Pablo Palumbo aseguraron tener en su poder la Empereur original, que habría llegado a nuestro país de manera casual.
Mostraron fotografías espectaculares, con un block de tamaño descomunal, numerosas piezas grabadas con el logo de Bugatti y varias plaquetas en broce pegadas al chasis con el nombre del modelo y su número de serie.
De pronto, los expertos en Bugatti de todo el mundo se empezaron a plantear la pregunta lógica: ¿cómo es posible que el más misterioso eslabón perdido de Bugatti haya terminado en la Argentina?
Y, como en todo guión cinematográfico, acá es donde aparecen los nazis.
Siempre según el relato de los propietarios, la Empereur fue encargada a Bugatti en 1935 por el capitán de navío alemán Hans Langsdorff, comandante del acorazado nazi Admiral Graf Spee. Como es sabido, este buque de combate protagonizó la única batalla naval de la Segunda Guerra Mundial que se disputó en aguas del Río de la Plata.
Langsdorff y su tripulación se rindieron en diciembre de 1939. Descargaron todas sus pertenencias en los puertos de Buenos Aires y Montevideo, y hundieron el barco. El capitán se suicidó en su lugar de detención pocos días después, pero antes le encargó a un ciudadano uruguayo que cuidara todas sus pertenencias. Entre ellas, según dicen, estaba la Bugatti.
Los actuales propietarios le compraron el vehículo –completamente desarmado- a esta persona que no identifican, en una fecha que no precisaron y por un monto que no revelaron.
Pero describieron al Empereur como “el más bello automóvil jamás construido por Jean Bugatti, el cual fuera diseñado por encargo especial y personal del alto jefe militar de la armada alemana ya nombrado, durante la Segunda Guerra Mundial, y que fuera construido sobre la clásica carrocería de los Type 57. El automóvil es único en el mundo”.
Y lo cierto es que, al repasar las características técnicas declaradas, no hay dudas de que se trataría de algo único: 6,5 metros de largo, 4,5 metros de distancia entre ejes, 1,8 metros de trocha, motor V12 con cuatro válvulas por cilindro y cuatro árboles de levas a la cabeza. Treinta y ocho litros de cilindrada (38.000 cc), doble inyección y compresor movido por palieres.
La asombrosa ficha técnica no termina ahí: caja semiautomática de seis velocidades, llantas de 24 pulgadas, doce salidas de escape, dos tanques de combustible con una capacidad total de 500 litros y lubricación por cárter seco para 80 litros de aceite. Velocidad máxima: 300 km/h.
Ante la inexistencia de cualquier registro oficial que certifique la real existencia de la Empereur, Sergio Garino lo tomó como un dato a su favor en una carta que escribó en 2007: “Esto puede significar o confirmar que el auto fue construido por encargo y para una sola persona muy especial, fuera del programa de producción normal de la empresa. La otra posibilidad, se conjetura, ya que eran tiempos de guerra, es que los archivos hayan sido destruidos por algún siniestro”.
Hace algunos años, Garino, Ledesma y Palumbo pusieron en el aire una página web donde anunciaron que la Bugatti Empereur estaba a la venta por 12 millones de dólares. “Sólo para grandes coleccionistas”, remarcaba el aviso.
La noticia despertó de inmediato la atención de los expertos en Bugatti de todo el mundo. El investigador holandés Jaap Horst, autor del sitio Bugatti Page, publicó un completo informe sobre la Empereur, con muchas fotos, donde relató la historia contada por los tres propietarios. Se sorprendió por las características técnicas de este auto que hasta el momento desconocía y planteó sus dudas sobre la autenticidad de las piezas.
“En las fotografías se puede ver que prácticamente cada pieza del auto ha sido numerada y estampada con el logo de la marca, aunque no de la manera en que Bugatti lo hubiera hecho. Además, los detalles de los encastres no son correctos. No se utilizaron tuercas ni tornillos del tipo que Bugatti solía usar. Se me informó que el auto tiene el volante a la izquierda. Sólo conozco otra Bugatti así y también es una réplica”, analizó Horst.
“Con respecto al motor, podría ser un Hispano Suiza 12Z, que tiene especificaciones muy similares a las declaradas por los propietarios de este vehículo. Se sabe que, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando todavía estaba en Bordeaux, Bugatti fabricó partes para motores de aviones Hispano-Suiza. Todavía debo convencerme de que este es un auto original”, remató el experto.
A los argentinos, las dudas planteadas por Horst no les cayeron bien y le respondieron poco después con una carta pública firmada por Sergio Garino. “No puedo entender cómo alguien puede confundir un motor Hispano-Suiza Z-12 con el motor de nuestro auto, que fue construido por Ettore Bugatti en su planta de Bordeaux. Tengo testimonios para mostrar y comprobarlo. No puedo entender cómo se atreve a minimizar el espíritu creativo de Ettore Bugatti (…) Sin más razón, y con el propósito de responder las dudas que puedan surgir de los amantes de la historia de Bugatti, me despido de usted por el momento”.
El intercambio de opiniones generó intensos debates en los foros especializados en Bugatti. Las dudas de los especialistas eran más que las certezas, pero más de uno confesaba que la marca francesa bien podría haber sido capaz de crear un auto tan espectacular. Querían creerlo, por más que las pruebas no abundaran.
Desde hace más de dos años Argentina Auto Blog intentó contactarse en reiteradas oportunidades con los propietarios de la Bugatti Empereur con resultados frustrantes. Después de varios intentos, la semana pasada una de las personas que ayudó al desarrollo de la web original de la Bugatti Empereur aseguró que uno de sus propietarios había fallecido. No brindó más datos. “Con él ha desaparecido mi vinculación con esta antigüedad”, agregó.
El final de esta historia queda tan abierto y cargado de intrigas como el comienzo. De lo que no hay dudas es de que se trata de una gran historia. Tan grande como la formidable Bugatti Empereur que, tal vez, sólo existió en una lámina.
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que pedazo de tapa
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me genera dudas que lleven un auto asi a pasear en la 2 guerra mundial a bordo de un acorazado
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