
Es cierto, existe una DeLorean Motor Company, pero no se dedica a construir nuevos DMC-12 como nos gustaría. Al menos, todavía no. Tras la defunción de DMC, un pequeño taller de Texas compró buena parte de las antiguas propiedades del fabricante y con no poco esfuerzo, trató mantener vivo el sueño de John De Lorean y sus muchos clientes, metiéndose en el negocio de la restauración. Actualmente quedan unos 6.500 DMC-12 por ahí de los 9.000 que fueron producidos, pero poco a poco, las piezas para ir reparándolos (o reconstruirlos a partir de otros) van haciéndose cada vez más difíciles de encontrar. Algo que podría solucionarse dentro de poco.
Danny Botkin, propietario de la nueva Delorean, se ha dado cuenta de que su negocio de restauración es finito, por no hablar de que podría sacarse un buen dinero vendiendo réplicas modernas del clásico en lugar de automóviles hechos a partir de otros olvidados en los desguaces. Una vez que finalice con su actual lista de encargos, allá por abril de 2008, piensa lanzarse a la producción de nuevas unidades, como hizo John De Lorean en Irlanda del Norte hace casi 30 años. Evidentemente, sería imposible vender semejante reliquia en el mercado actual por culpa de los estándares de emisiones y seguridad, así que mantendrá sus cifras limitadas a unas 20 unidades al año, vendidas como kit cars para evitar las restricciones legales. Todavía es pronto para saber si este regreso al futuro terminará siendo igual de rentable que las películas, pero desde aquí le deseamos la mejor suerte del mundo a don Botkin y sus socios. Semejante aventura no se merece menos.
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