Se cumplen 50 años del Torino: Oda al auto y a sus amantes
El 26 de octubre se cumplen 50 años del comienzo de la producción del Torino, "el auto pensado para los argentinos". Qué lugar ocupa "el Toro" en el imaginario nacional. Cómo es la imagen de los apasionados por el Torino y cuál sería su selección musical perfecta.
El día en que se escriba la Anatomía de la Virilidad Argentina el Torino tendrá su propio capítulo como heredero del caballo criollo, el bovino bagual y el andros latino. En esta tierra el caballo es rey y el toro es Dios hasta para los gauchos de a pie. Basta detenerse en su escudo para apreciar las líneas de la cruza: el toro de Lamborghini en posición rampante como el semental de Ferrari.
En la etiqueta de Criadores, el whisky nacional más vendido durante el año de su lanzamiento, ese que todavía decora estanterías en boliches de pueblo, se celebraba a tres reproductores que llegaron para hacerse argentinos hasta el cuadril. Virtuoso, Tarquino y Niágara. El Torino debería estar ahí, cabeza a cabeza, porque vino a mejorar el rodeo automotriz nacional y subrayó el karma de ser macho en este sur.
Potencia con elegancia. Polenta y pinta. Belgrano, San Martín, Lavalle, Rosas, Urquiza, Mansilla y Quiroga. Todos dandys. Lo elegante no quita lo guerrero. Nacido en los Estados Unidos, puro músculo y sangre, fue llevado a Turín para que aprendiera a vestir con estilo. Pininfarina le dio un traje flor y un nombre imborrable. Como hierro a fuego en el anca.
Símbolo sexual. En estas pampas no hay adjetivo más cojudo que toro. En boca de otro Fierro habla el Torino. Yo soy toro en mi rodeo / y torazo en rodeo ajeno / siempre me tuve por güeno / y si me quieren probar / salgan otros a cantar / y veremos quién es menos. La CGT de Copello-Gradassi-Ternengo. Las ochenta y cuatro de Nürburgring. Fangio. Perkins. Di Palma. En este suelo un hombre y su pingo están obligados a hacer pata ancha aunque se vengan degollando. Eso vale para la cama, la pista o cualquier cancha.
El jinete
El jinete del Torino llevaba bigotes o el carrillo bien afeitado y perfumado con Acqua Velva. Vestía “ambos sport” de Casa Muñoz o Thompson&Williams o camisas Lavilisto y “vaqueros” FW. Planchados con raya por la mama o la recién anillada. Hacía “punta y taco” con mocasines de Grimoldi. Negros para la oficina y ciruela para las “boites”. Se protegía del sol con Clippers Ray-Ban de Bausch&Lomb como los pilotos de los bombarderos y los “Bombita Rodríguez”.
El Torino fue el flete favorito de los enfierrados de la UOM y también de los Montoneros. Símbolo de unidad nacional. Las revistas especializadas de la época sólo gruñían su falta de cenicero en el “torpedo”. Así se llamaba a los tableros en el año del agujero del poncho. El que llevaba las riendas, el refinado volante de madera con guantes sin dedos con palma de gamuza y dorso tejido, fumaba Particulares o Imparciales. Jockey Club y Colorado eran para las rubias de al lado. Trigal /Trigo maduro hay en tu pelo. Minifaldas. Poleras de Ban-Lon. Botas con cierre y vinchas de Nylon.
El que busca, restaura y cuida un Torino hoy se resiste a las aguas saborizadas, los sahumerios, el Reiki, las barberías, los tragos en frascos de mayonesa, los cursos de cocina tailandesa y la depilación definitiva. El que pasa horas afinando un Weber de doble boca como si fueran las trompetas del Juicio Final no lleva chupines y si estaciona frente al local de una manicura es porque llevó a su madre.
Pocas músicas lo conmueven más que un Tornado de siete bancadas a cinco mil vueltas y chirolas en cuarta. Pocos cueros pueden erizarle la piel como el tapizado beige de una ZX. Si comete la herejía de ponerle un equipo de audio que tape la ronquera de la doble salida de escape es probable que se arme una discoteca acorde. Una que cante a las rutas y las curvas interminables como las cintas de los “magazines” cuando salían a borbotones por la boca de los viejos autoestéreos Phillips o BGH.
Ave de paso me llamarás / seguro acertarás / pues yo no sé / si alguna vez me atraparán. Eso cantaba el Gitano en aquellos días mientras el toro mecánico volaba de las concesionarias. Roberto Sánchez. Sandro de América. Así abre esta selección bailable para volar a bordo del primer auto argentino que ofreció doscientos caballos y superó los doscientos por hora. Play.
El dato
El 26 de octubre de 1966 comenzó la producción del IKA Torino (luego llamado Renault Torino), vehículo "pensado para los argentinos". Ingresó en la línea de producción en la plana de Monte Chingolo, donde ya se producían el Jeep Frontal y los modelos de la British Motor. El primer modelo en dejar la línea es el PF-612 "Torino 300". El 30 de diciembre de 1981, dejó la línea de montaje.
lavoz
El 26 de octubre se cumplen 50 años del comienzo de la producción del Torino, "el auto pensado para los argentinos". Qué lugar ocupa "el Toro" en el imaginario nacional. Cómo es la imagen de los apasionados por el Torino y cuál sería su selección musical perfecta.
El día en que se escriba la Anatomía de la Virilidad Argentina el Torino tendrá su propio capítulo como heredero del caballo criollo, el bovino bagual y el andros latino. En esta tierra el caballo es rey y el toro es Dios hasta para los gauchos de a pie. Basta detenerse en su escudo para apreciar las líneas de la cruza: el toro de Lamborghini en posición rampante como el semental de Ferrari.
En la etiqueta de Criadores, el whisky nacional más vendido durante el año de su lanzamiento, ese que todavía decora estanterías en boliches de pueblo, se celebraba a tres reproductores que llegaron para hacerse argentinos hasta el cuadril. Virtuoso, Tarquino y Niágara. El Torino debería estar ahí, cabeza a cabeza, porque vino a mejorar el rodeo automotriz nacional y subrayó el karma de ser macho en este sur.
Potencia con elegancia. Polenta y pinta. Belgrano, San Martín, Lavalle, Rosas, Urquiza, Mansilla y Quiroga. Todos dandys. Lo elegante no quita lo guerrero. Nacido en los Estados Unidos, puro músculo y sangre, fue llevado a Turín para que aprendiera a vestir con estilo. Pininfarina le dio un traje flor y un nombre imborrable. Como hierro a fuego en el anca.
Símbolo sexual. En estas pampas no hay adjetivo más cojudo que toro. En boca de otro Fierro habla el Torino. Yo soy toro en mi rodeo / y torazo en rodeo ajeno / siempre me tuve por güeno / y si me quieren probar / salgan otros a cantar / y veremos quién es menos. La CGT de Copello-Gradassi-Ternengo. Las ochenta y cuatro de Nürburgring. Fangio. Perkins. Di Palma. En este suelo un hombre y su pingo están obligados a hacer pata ancha aunque se vengan degollando. Eso vale para la cama, la pista o cualquier cancha.
El jinete
El jinete del Torino llevaba bigotes o el carrillo bien afeitado y perfumado con Acqua Velva. Vestía “ambos sport” de Casa Muñoz o Thompson&Williams o camisas Lavilisto y “vaqueros” FW. Planchados con raya por la mama o la recién anillada. Hacía “punta y taco” con mocasines de Grimoldi. Negros para la oficina y ciruela para las “boites”. Se protegía del sol con Clippers Ray-Ban de Bausch&Lomb como los pilotos de los bombarderos y los “Bombita Rodríguez”.
El Torino fue el flete favorito de los enfierrados de la UOM y también de los Montoneros. Símbolo de unidad nacional. Las revistas especializadas de la época sólo gruñían su falta de cenicero en el “torpedo”. Así se llamaba a los tableros en el año del agujero del poncho. El que llevaba las riendas, el refinado volante de madera con guantes sin dedos con palma de gamuza y dorso tejido, fumaba Particulares o Imparciales. Jockey Club y Colorado eran para las rubias de al lado. Trigal /Trigo maduro hay en tu pelo. Minifaldas. Poleras de Ban-Lon. Botas con cierre y vinchas de Nylon.
El que busca, restaura y cuida un Torino hoy se resiste a las aguas saborizadas, los sahumerios, el Reiki, las barberías, los tragos en frascos de mayonesa, los cursos de cocina tailandesa y la depilación definitiva. El que pasa horas afinando un Weber de doble boca como si fueran las trompetas del Juicio Final no lleva chupines y si estaciona frente al local de una manicura es porque llevó a su madre.
Pocas músicas lo conmueven más que un Tornado de siete bancadas a cinco mil vueltas y chirolas en cuarta. Pocos cueros pueden erizarle la piel como el tapizado beige de una ZX. Si comete la herejía de ponerle un equipo de audio que tape la ronquera de la doble salida de escape es probable que se arme una discoteca acorde. Una que cante a las rutas y las curvas interminables como las cintas de los “magazines” cuando salían a borbotones por la boca de los viejos autoestéreos Phillips o BGH.
Ave de paso me llamarás / seguro acertarás / pues yo no sé / si alguna vez me atraparán. Eso cantaba el Gitano en aquellos días mientras el toro mecánico volaba de las concesionarias. Roberto Sánchez. Sandro de América. Así abre esta selección bailable para volar a bordo del primer auto argentino que ofreció doscientos caballos y superó los doscientos por hora. Play.
El dato
El 26 de octubre de 1966 comenzó la producción del IKA Torino (luego llamado Renault Torino), vehículo "pensado para los argentinos". Ingresó en la línea de producción en la plana de Monte Chingolo, donde ya se producían el Jeep Frontal y los modelos de la British Motor. El primer modelo en dejar la línea es el PF-612 "Torino 300". El 30 de diciembre de 1981, dejó la línea de montaje.
lavoz
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