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21 años.

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  • Re: 21 años.

    El Lotus de Martin Donnelly se fue directo contra los raíles en la primera sesión de entrenamientos oficiales del Gran Premio de España de 1990, en Jerez. Un fallo en la suspensión dejó sin control su monoplaza. Donnelly, un simple pasajero, se estampó frontalmente contra las protecciones metálicas. El coche reventó y se partió. La violencia del impacto arrojó el cuerpo del piloto al centro de la pista, todavía con el asiento atado a su cuerpo, donde quedó totalmente desmadejado y retorcido a consecuencia de las múltiples fracturas sufridas (ver vídeo).

    Su imagen apareció repentinamente en los monitores de la sala de prensa. Al verlas me recorrió un escalofrío brutal. Por fuerza, Donnelly tenía que estar muerto. Dudé si acudir al lugar del accidente, porque no me apetecía ver semejante escena en primer término. Pero salí corriendo para allá con las cámaras fotográficas en la mano. Cuando llegaba, a unos cien metros del lugar donde yacía Donnelly, de frente a mí venía Ayrton Senna, solo, con la cabeza agachada y el casco en la mano, andando muy despacio, de vuelta a boxes. Le caían lágrimas por las mejillas.

    Ver llorar a alguien como Ayrton Senna me hizo reflexionar si todo aquello tenía sentido, si valía la pena ese circo. Y pensé en los pilotos, algunos con familia e hijos, y un largo fin de semana por delante con el peso del accidente encima. Pensé en la determinación, la pasión y el talento de Senna, en su dureza como piloto… Me preguntaba como reaccionaría un par de horas después, de nuevo al volante, cómo sería capaz de asimilar unas imágenes tan brutales en semejante estado de ánimo. Por eso, me dediqué en la siguiente sesión a seguir única y exclusivamente sus tiempos, vuelta a vuelta. Fue algo increíble. Senna entró en una secuencia de cronos a cada cual más rápido. Bajaba sus tiempos de manera espectacular, un giro tras otro. Al término de la sesión había rebajado un segundo sus registros anteriores. Fue el más rápido.

    Al día siguiente, Senna batió el récord de la pista de Jerez y logró su pole número 50. Momentos después llegó la habitual rueda de prensa. Senna empezó con el discurso rutinario de cada sesión. Pero luego se quedó en silencio unos instantes y, de repente, comenzó a hablar con ese tono sereno, articulado, profundo y fascinante con el que nos hipnotizaba a los periodistas, algunos con más conchas que un galápago. Empezó a referirse a los acontecimientos del día anterior. “Cuando vi con mis propios ojos las consecuencias inmediatas del accidente, me fue muy difícil de soportar y mantener mi equilibrio mental…”. Cuando Senna hablaba de esa manera, el silencio era tal en la sala de prensa que si una mosca se hubiera atrevido a zumbar la hubiéramos agarrado con la mano. “Pensé en no correr más en los entrenamientos… Me encerré solo, en el motorhome… Fueron momentos muy especiales, que me ayudaron a recomponerme…”. Senna también busco apoyo en el veterano profesor Watkins, el responsable médico de la Fórmula 1, una figura de autoridad paternal sobre los pilotos.

    Y prosiguió, siempre en inglés, con unas palabras imposibles de trasladar aquí en la verdadera dimensión del momento: “Salí a la pista y realicé una vuelta impresionante… Incluso para mí, fue increíble en aquellas circunstancias, creo que nadie será capaz de entender lo que sentí después de aquel accidente y en el momento antes de entrar en mi coche… La forma como entré, la habilidad con la que piloté, la forma en que afronté todo, la manera en que viví todo… Es algo que no puedo explicar…”. El brasileño visitó luego a Donnelly y le dedicó la pole. El norirlandés salvó la vida tras su accidente. Senna, en el suyo cuatro años después, no.

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    • Re: 21 años.

      que recuerdo del mas grande no me olvido mas en la casa de mi abuela todos pendiente del televisor!!! que triste dia fue!!!

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