Te lo dedico a vos Romer porque despues de una larga charla interesante que tuvimos hace ya unos meses, me abriste los ojos. Suena muy a "gracias papi" pero es así. A veces las noticias que llegan te ciegan respecto a muchas cosas, y quizás usando un poco el sentido común, uno entiende que detrás de una gran fuente de dinero, hay mucha gente que la pasa mal, muy mal. Aislada y deshumanizada al mas bajo nivel. Me sentí un poco pelotudo al ver esto y no haberme dado cuenta antes, peco de pendejo, a veces hasta en mis actos soy apresurado, pero está bueno detenerse y ver que no todo es como te lo muestran. OBVIEDAD? Si claro, ahora que uno lo vé...
Aquí tenes Romer, esta es la otra cara de Dubai, como vos bien me dijiste...
Frustrado por las dificultades de la comunicación verbal, uno de los trabajadores indios que explican sus experiencias en Dubai delante de la unidad 32 del campamento de expatriados de Sonapur toma mi libreta y escribe en inglés: “Dubai Mall, centro comercial más grande del mundo. Junto a Burj Dubai, edificio más alto del mundo... 468”. Con esta cifra no se refería a los metros ya construidos del enorme rascacielos en Dubai (ya son 640) sino al salario de un peón de la construcción: 468 dírhams, equivalentes a unos 139 dólares al mes, sin incluir horas extras.
El trabajador señala con el dedo el logotipo en su mono de la empresa mixta emirato-británica Dutco Balfour Beatty, que gestiona la obra del Dubai Mall, y apunta 75 dírhams (21 dólares), el suplemento mensual para comida. Con ello, hace seis meses podía comprar 60 kilos de arroz; ahora, ni 20.
“75 dírhams son tres días de comida en un hotel de Dubai. ¡Para los obreros es para todo el mes!”, dice, delatando su desconocimiento del otro Dubai, el de David Beckham o Posh Spice, y el ostentoso hotel Burj Al Arab, donde un rodaballo al champán cuesta 360 dírhams.
Tres megatendencias de la economía mundial han convergido en Sonapur, un conjunto inmenso de barracones en el desierto a 30 kilómetros del centro de Dubai (uno de los siete emiratos que integran desde 1971 los Emiratos Árabes Unidos) donde unos 150.000 trabajadores de India, Pakistán y Bangladesh duermen en dormitorios colectivos.
El barril de petróleo a 130 dólares ha convertido Dubai y Abu Dabi en hervideros de construcción, generando empleo para unos 700.000 inmigrantes. Pero la depreciación del dólar - y del dírham, que oscila como esta divisa- ha rebajado en un 10% o más las remesas enviadas a sus familias. Y el encarecimiento de los alimentos básicos diezma su poder adquisitivo.
MARCO FEUDALISTA
En Sonapur - ciudad de oro en hindi, pero parcialmente inundada por un gran charco pestilente de aguas fecales durante nuestra visita-, el triple golpe económico se suma al peculiar marco laboral del feudalismo postmoderno de los Emiratos Árabes Unidos. Marco que niega el derecho a formar un sindicato, el de huelga o el de cambiar de empresa.
“Quiero irme de la compañía, pero tienen mi pasaporte”, dijo Rajashwar, de 39 años, electricista de Madrás. Al firmar un contrato de trabajo, el inmigrante casi siempre entrega su pasaporte a la empresa y no puede recuperarlo hasta que lo termine, en general a los dos años. Muchos obreros endeudados para pagar pasaje y papeleo - y que deben hasta 3.000 dólares a traficantes- son, además, víctimas de empresas que a menudo retrasan los pagos.
Aislados en los campamentos, sin transporte público, los trabajadores sólo ven las dos metrópolis del petrodólar desde los andamios.
“Los taxis no paran aquí”, dice Yoosaf, trabajador de almacén paquistaní cuya unidad está inundada. Indios, paquistaníes y bengalíes constituyen casi el 50% de la población de los Emiratos.
Es una situación desoladora. Pero en India y Pakistán sus familias tienen problemas peores. El Banco Asiático de Desarrollo calcula que cada aumento del 10% del precio de alimentos básicos - sobre todo arroz- agrega siete u ocho millones a los 30 millones de pobres en Pakistán. Por eso, los trabajadores mandan a sus familias su salario menos lo que gastan en comida y transporte.
![](http://www.drishtipat.org/appeal/images/migrant/Image5.jpg)
![](http://dl.ziza.ru/other/102008/10/dubai/dubai_02.jpg)
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![](http://www.uaeprison.com/images/workers_dormitory_abudhabi_uae.jpg)
![](http://media.ft.com/cms/53eb4d2e-c799-11dd-b611-000077b07658.jpg)
PARADOJAS
Las singularidades se multiplican en Sonapur. El motivo de la emigración es la crisis del campo en India, porque el precio de los pesticidas se ha disparado por la subida del petróleo. Esta crisis causa una epidemia de suicidios de campesinos (que para matarse ingieren pesticidas). El suicidio se ha trasladado a campamentos como Sonapur. El consulado indio cree que cada cuatro días se suicida un inmigrante.
El éxito de la petroeconomía de los Emiratos Árabes Unidos ha cegado al mundo ante un sistema laboral “con características de esclavitud”, dice Nick McGeehan, de la ONG Mafiwasta, especializada en abusos laborales en los Emiratos. Respetables multinacionales que operan en Dubai son responsables de estos abusos.
Cada vez estallan más protestas. El año pasado, un grupo de trabajadores cerró dos horas el puente de acceso a Dubai. En marzo, unos 1.500 trabajadores prendieron fuego a autobuses de la constructora estadounidense Drake & Skulle y 2.500 trabajadores que construyen la torre Burj Dubai hicieron huelga. Otros se plantean marcharse si las autoridades les dejan. Una fuerte salida de inmigrantes crearía problemas al país.
El Gobierno ha anunciado reformas que permitirían algunos derechos sindicales. Pero McGeehan señala que “hay una brecha abismal entre la retórica y la realidad”.
En este marco, las constructoras occidentales que hacen su agosto en el Golfo se han acostumbrado al modelo Dubai. Registran fabulosos aumentos de beneficios: Balfour Beatty, un 48% en el 2007 y la matriz de Drake and Scull Emcor, un 186%.
Ante una nueva ley que prohíbe trabajar en las horas de fuerte sol - más de 50 grados-, la compañía europea Jan de Nul que participa en el megaproyecto de Saadiyat Island en Abu Dabi - intervienen Frank Gehry, Jean Nouvel o Norman Foster- pidió una exención “para terminar la obra según el calendario en el interés del turismo y de Abu Dabi”.
Si alguno va a Dubai este veranito, no olviden pasar por estas comunas y agradecerle a estos SERES HUMANOS. En GRAN GRAN parte, gracias a ellos Dubai es lo que es...
Aquí tenes Romer, esta es la otra cara de Dubai, como vos bien me dijiste...
Frustrado por las dificultades de la comunicación verbal, uno de los trabajadores indios que explican sus experiencias en Dubai delante de la unidad 32 del campamento de expatriados de Sonapur toma mi libreta y escribe en inglés: “Dubai Mall, centro comercial más grande del mundo. Junto a Burj Dubai, edificio más alto del mundo... 468”. Con esta cifra no se refería a los metros ya construidos del enorme rascacielos en Dubai (ya son 640) sino al salario de un peón de la construcción: 468 dírhams, equivalentes a unos 139 dólares al mes, sin incluir horas extras.
El trabajador señala con el dedo el logotipo en su mono de la empresa mixta emirato-británica Dutco Balfour Beatty, que gestiona la obra del Dubai Mall, y apunta 75 dírhams (21 dólares), el suplemento mensual para comida. Con ello, hace seis meses podía comprar 60 kilos de arroz; ahora, ni 20.
“75 dírhams son tres días de comida en un hotel de Dubai. ¡Para los obreros es para todo el mes!”, dice, delatando su desconocimiento del otro Dubai, el de David Beckham o Posh Spice, y el ostentoso hotel Burj Al Arab, donde un rodaballo al champán cuesta 360 dírhams.
Tres megatendencias de la economía mundial han convergido en Sonapur, un conjunto inmenso de barracones en el desierto a 30 kilómetros del centro de Dubai (uno de los siete emiratos que integran desde 1971 los Emiratos Árabes Unidos) donde unos 150.000 trabajadores de India, Pakistán y Bangladesh duermen en dormitorios colectivos.
El barril de petróleo a 130 dólares ha convertido Dubai y Abu Dabi en hervideros de construcción, generando empleo para unos 700.000 inmigrantes. Pero la depreciación del dólar - y del dírham, que oscila como esta divisa- ha rebajado en un 10% o más las remesas enviadas a sus familias. Y el encarecimiento de los alimentos básicos diezma su poder adquisitivo.
MARCO FEUDALISTA
En Sonapur - ciudad de oro en hindi, pero parcialmente inundada por un gran charco pestilente de aguas fecales durante nuestra visita-, el triple golpe económico se suma al peculiar marco laboral del feudalismo postmoderno de los Emiratos Árabes Unidos. Marco que niega el derecho a formar un sindicato, el de huelga o el de cambiar de empresa.
“Quiero irme de la compañía, pero tienen mi pasaporte”, dijo Rajashwar, de 39 años, electricista de Madrás. Al firmar un contrato de trabajo, el inmigrante casi siempre entrega su pasaporte a la empresa y no puede recuperarlo hasta que lo termine, en general a los dos años. Muchos obreros endeudados para pagar pasaje y papeleo - y que deben hasta 3.000 dólares a traficantes- son, además, víctimas de empresas que a menudo retrasan los pagos.
Aislados en los campamentos, sin transporte público, los trabajadores sólo ven las dos metrópolis del petrodólar desde los andamios.
“Los taxis no paran aquí”, dice Yoosaf, trabajador de almacén paquistaní cuya unidad está inundada. Indios, paquistaníes y bengalíes constituyen casi el 50% de la población de los Emiratos.
Es una situación desoladora. Pero en India y Pakistán sus familias tienen problemas peores. El Banco Asiático de Desarrollo calcula que cada aumento del 10% del precio de alimentos básicos - sobre todo arroz- agrega siete u ocho millones a los 30 millones de pobres en Pakistán. Por eso, los trabajadores mandan a sus familias su salario menos lo que gastan en comida y transporte.
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PARADOJAS
Las singularidades se multiplican en Sonapur. El motivo de la emigración es la crisis del campo en India, porque el precio de los pesticidas se ha disparado por la subida del petróleo. Esta crisis causa una epidemia de suicidios de campesinos (que para matarse ingieren pesticidas). El suicidio se ha trasladado a campamentos como Sonapur. El consulado indio cree que cada cuatro días se suicida un inmigrante.
El éxito de la petroeconomía de los Emiratos Árabes Unidos ha cegado al mundo ante un sistema laboral “con características de esclavitud”, dice Nick McGeehan, de la ONG Mafiwasta, especializada en abusos laborales en los Emiratos. Respetables multinacionales que operan en Dubai son responsables de estos abusos.
Cada vez estallan más protestas. El año pasado, un grupo de trabajadores cerró dos horas el puente de acceso a Dubai. En marzo, unos 1.500 trabajadores prendieron fuego a autobuses de la constructora estadounidense Drake & Skulle y 2.500 trabajadores que construyen la torre Burj Dubai hicieron huelga. Otros se plantean marcharse si las autoridades les dejan. Una fuerte salida de inmigrantes crearía problemas al país.
El Gobierno ha anunciado reformas que permitirían algunos derechos sindicales. Pero McGeehan señala que “hay una brecha abismal entre la retórica y la realidad”.
En este marco, las constructoras occidentales que hacen su agosto en el Golfo se han acostumbrado al modelo Dubai. Registran fabulosos aumentos de beneficios: Balfour Beatty, un 48% en el 2007 y la matriz de Drake and Scull Emcor, un 186%.
Ante una nueva ley que prohíbe trabajar en las horas de fuerte sol - más de 50 grados-, la compañía europea Jan de Nul que participa en el megaproyecto de Saadiyat Island en Abu Dabi - intervienen Frank Gehry, Jean Nouvel o Norman Foster- pidió una exención “para terminar la obra según el calendario en el interés del turismo y de Abu Dabi”.
Si alguno va a Dubai este veranito, no olviden pasar por estas comunas y agradecerle a estos SERES HUMANOS. En GRAN GRAN parte, gracias a ellos Dubai es lo que es...
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