Tweet
Esto le pasó a un flaco en la ruta volviendo de Itati a Bs.As. 1050kms.
El domingo a las 7.30 AM tenía todo cargadito en la moto; me di un buen baño, me cambié y salí a la ruta, después de agradecer. Emprendí el viaje con la idea de hacer noche en Colón, Entre Ríos. Al salir a la ruta 12 paré en la Virgen que está en la entrada a Itatí para agradecer nuevamente y después me detuve a cargar nafta en la misma estación de servicio en que había parado a la ida. Unos cuantos kilómetros antes de llegar a Empedrado yo venía con una remera de mangas largas y sin guantes manejando y la campera la había enganchado atrás porque tenía mas lugar, y así la tenía a mano por cualquier eventualidad; aunque estaba muy lindo el día y no creía que bajara mucho la temperatura. Al llegar a esa altura, miré por el espejo retrovisor, como uno hace constantemente – a pesar que la distancia se distorsiona y te engaña porque parece que los vehículos están más lejos de lo que realmente están -, y veo por el espejo a unos 600, 700 metros para atrás, algo que se movía entre la cinta asfáltica y el pasto. Me pareció raro, porque recién había pasado por ahí y no vi nada, porque yo siempre voy mirando a los costados para ver si hay algún animal o algo extraño. En ese momento se me ocurrió meter la mano atrás y me di cuenta que era mi campera que se había caído. Freno prolijamente y como no venía nadie atrás ni adelante efectúo una vuelta en u para volver y veo que a la altura de la campera se para, prácticamente de punta, un coche color negro y atrás de ese coche venía una camioneta que después me fijé era una camioneta parecida a una Fiorino color blanca, con unos equipajes cargados arriba del techo de la parte de atrás de la camioneta del furgón, con una lona naranja. Entonces veo que cuando para la camioneta, como que se la tira encima al auto negro y este sale y viene hacia mi lado. Cuando me voy cruzando con él, me empieza hacer señales de luces y hacerme señas que la campera estaba allá atrás. Cuando llego donde estaba la campera veo al volante un señor mayor y la puerta del lado del acompañante abierta, y le explico que la campera era mía y el señor me contesta: “¿Qué campera? Acá no hay ninguna campera”. En ese momento, la acompañante, que podría ser la señora entra a la camioneta con la campera en la mano. Le reitero que es mi campera y me dice, remiso para entregarla, que si era mía me la iba a entregar delante de la Policía. Yo le contesté que si, porque en cada entrada de algún pueblo chico o grande siempre esta la policía. Yo no tenía idea de adonde estaba pero sabía que me faltaba pasar Empedrado. El señor arrancó adelante y empecé a seguirlo. Cada ratito yo notaba que me miraba por el espejo del lado de él y del lado del acompañante; y me miraba y miraba hasta que en un momento empezó a levantar la velocidad, cada vez más. Pero mucho no pudo levantar velocidad por la carga de arriba y la lona empezó a flamearle mucho y se ve que golpeaba. Yo pensé que se me quería escapar y empecé a acelerar con la Yamahita. Le dije: “Vamos, chinita, adelante; que no lo tenemos que perder a este. Tenemos que recuperar la campera”. Me pareció que este era un gesto muy bajo y este señor era una persona sucia. Me pareció que por ser una persona grande era demasiado bajo para hacer algo así por una campera. A mi me interesaba recuperarla porque tenía solo esa campera y el equipo de lluvia, otra no había llevado. Seguimos hasta que veo un cartel que dice “Empedrado 5 kilómetros” y ahí siempre hay policías en la calle. Cuando estamos llegando al cartel que dice “Empedrado 1 kilómetro”, me tiro al medio de la ruta para ver si estaban los policías en el medio de la calle parando y veo que no había. Entonces me empiezo a tirar por el medio a pasarlo, como para hacerlo entrar al pueblo, porque mi intención era ir a una comisaría en Empedrado y que me entregara la campera ahí. El empezó a hacer la maniobra de entrar antes que yo lo pasara y justo ahí al costado, entre la calle paralela a la ruta y la ruta había una casilla con dos policías. Este hombre paró y yo me detuve detrás y me bajé rápido, porque realmente me puso muy mal su actitud, porque en dos o tres oportunidades me demostró que se quería quedar con la campera. Tiré el casco arriba del tanque y justo le estaba entregando la campera y le estaba diciendo al policía que había encontrado la campera tirada en la ruta. Entonces intervengo y digo que era cierto, pero que yo le había aclarado que era mía. Empezamos una discusión adelante del policía pero yo discutía tranquilo, porque era mi campera. No estaba pidiendo algo que no era mío y este señor en un momento dado me dice: “¡Qué se yo, chorro!”, acusándome a mi de ladrón. Le respondí que el chorro era él y era una vergüenza lo que estaba haciendo siendo una persona, que eso era algo muy bajo. La discusión prosiguió hasta un momento en que le dije que había un puesto de Gendarmería más adelante, y lo iba hacer parar y meterlo preso porque seguro que el que llevaba mercadería robada era él. Ahí se puso nervioso y puso primera sin decir nada, luego de dejarle la campera al policía. Yo estaba muy enojado porque no podía entender que un hombre grande tenga esta actitud tan baja, uno de la gente grande siempre espera comprensión, sobre todo cuando es del interior. La policía me quería devolver la campera directamente, pero yo lo rechacé y les expliqué que quería que ellos estuvieran seguros que era mía. Les dije que abrieran el bolsillo del lado derecho que iban a encontrar tres hojitas arrancadas de un block cuadriculado, en blanco. Justo en ese momento me acuerdo que la remera que tenía puesta era de la misma marca de la campera; entonces les digo que la etiqueta de la remera y la de la campera que estaba del lado de adentro eran de la misma marca. Así me quedé tranquilo porque pude probar que la prenda era mía y proseguir el viaje.
El domingo a las 7.30 AM tenía todo cargadito en la moto; me di un buen baño, me cambié y salí a la ruta, después de agradecer. Emprendí el viaje con la idea de hacer noche en Colón, Entre Ríos. Al salir a la ruta 12 paré en la Virgen que está en la entrada a Itatí para agradecer nuevamente y después me detuve a cargar nafta en la misma estación de servicio en que había parado a la ida. Unos cuantos kilómetros antes de llegar a Empedrado yo venía con una remera de mangas largas y sin guantes manejando y la campera la había enganchado atrás porque tenía mas lugar, y así la tenía a mano por cualquier eventualidad; aunque estaba muy lindo el día y no creía que bajara mucho la temperatura. Al llegar a esa altura, miré por el espejo retrovisor, como uno hace constantemente – a pesar que la distancia se distorsiona y te engaña porque parece que los vehículos están más lejos de lo que realmente están -, y veo por el espejo a unos 600, 700 metros para atrás, algo que se movía entre la cinta asfáltica y el pasto. Me pareció raro, porque recién había pasado por ahí y no vi nada, porque yo siempre voy mirando a los costados para ver si hay algún animal o algo extraño. En ese momento se me ocurrió meter la mano atrás y me di cuenta que era mi campera que se había caído. Freno prolijamente y como no venía nadie atrás ni adelante efectúo una vuelta en u para volver y veo que a la altura de la campera se para, prácticamente de punta, un coche color negro y atrás de ese coche venía una camioneta que después me fijé era una camioneta parecida a una Fiorino color blanca, con unos equipajes cargados arriba del techo de la parte de atrás de la camioneta del furgón, con una lona naranja. Entonces veo que cuando para la camioneta, como que se la tira encima al auto negro y este sale y viene hacia mi lado. Cuando me voy cruzando con él, me empieza hacer señales de luces y hacerme señas que la campera estaba allá atrás. Cuando llego donde estaba la campera veo al volante un señor mayor y la puerta del lado del acompañante abierta, y le explico que la campera era mía y el señor me contesta: “¿Qué campera? Acá no hay ninguna campera”. En ese momento, la acompañante, que podría ser la señora entra a la camioneta con la campera en la mano. Le reitero que es mi campera y me dice, remiso para entregarla, que si era mía me la iba a entregar delante de la Policía. Yo le contesté que si, porque en cada entrada de algún pueblo chico o grande siempre esta la policía. Yo no tenía idea de adonde estaba pero sabía que me faltaba pasar Empedrado. El señor arrancó adelante y empecé a seguirlo. Cada ratito yo notaba que me miraba por el espejo del lado de él y del lado del acompañante; y me miraba y miraba hasta que en un momento empezó a levantar la velocidad, cada vez más. Pero mucho no pudo levantar velocidad por la carga de arriba y la lona empezó a flamearle mucho y se ve que golpeaba. Yo pensé que se me quería escapar y empecé a acelerar con la Yamahita. Le dije: “Vamos, chinita, adelante; que no lo tenemos que perder a este. Tenemos que recuperar la campera”. Me pareció que este era un gesto muy bajo y este señor era una persona sucia. Me pareció que por ser una persona grande era demasiado bajo para hacer algo así por una campera. A mi me interesaba recuperarla porque tenía solo esa campera y el equipo de lluvia, otra no había llevado. Seguimos hasta que veo un cartel que dice “Empedrado 5 kilómetros” y ahí siempre hay policías en la calle. Cuando estamos llegando al cartel que dice “Empedrado 1 kilómetro”, me tiro al medio de la ruta para ver si estaban los policías en el medio de la calle parando y veo que no había. Entonces me empiezo a tirar por el medio a pasarlo, como para hacerlo entrar al pueblo, porque mi intención era ir a una comisaría en Empedrado y que me entregara la campera ahí. El empezó a hacer la maniobra de entrar antes que yo lo pasara y justo ahí al costado, entre la calle paralela a la ruta y la ruta había una casilla con dos policías. Este hombre paró y yo me detuve detrás y me bajé rápido, porque realmente me puso muy mal su actitud, porque en dos o tres oportunidades me demostró que se quería quedar con la campera. Tiré el casco arriba del tanque y justo le estaba entregando la campera y le estaba diciendo al policía que había encontrado la campera tirada en la ruta. Entonces intervengo y digo que era cierto, pero que yo le había aclarado que era mía. Empezamos una discusión adelante del policía pero yo discutía tranquilo, porque era mi campera. No estaba pidiendo algo que no era mío y este señor en un momento dado me dice: “¡Qué se yo, chorro!”, acusándome a mi de ladrón. Le respondí que el chorro era él y era una vergüenza lo que estaba haciendo siendo una persona, que eso era algo muy bajo. La discusión prosiguió hasta un momento en que le dije que había un puesto de Gendarmería más adelante, y lo iba hacer parar y meterlo preso porque seguro que el que llevaba mercadería robada era él. Ahí se puso nervioso y puso primera sin decir nada, luego de dejarle la campera al policía. Yo estaba muy enojado porque no podía entender que un hombre grande tenga esta actitud tan baja, uno de la gente grande siempre espera comprensión, sobre todo cuando es del interior. La policía me quería devolver la campera directamente, pero yo lo rechacé y les expliqué que quería que ellos estuvieran seguros que era mía. Les dije que abrieran el bolsillo del lado derecho que iban a encontrar tres hojitas arrancadas de un block cuadriculado, en blanco. Justo en ese momento me acuerdo que la remera que tenía puesta era de la misma marca de la campera; entonces les digo que la etiqueta de la remera y la de la campera que estaba del lado de adentro eran de la misma marca. Así me quedé tranquilo porque pude probar que la prenda era mía y proseguir el viaje.
Comment