Re: Copa America 2015
No hay en el mundo del fútbol una rivalidad como la que mantienen Brasil y Argentina. En los más de 100 duelos que han disputado se encuentra de todo, hasta el punto de calcularse que más de la mitad de ellos sufrieron incidentes notables: un partido en 1912 antes de que Brasil tuviera equipo nacional como tal, peleas tremendas, acusaciones de envenenamiento, suspensiones, insultos y hasta un partido de siete contra siete. Esa batalla inicia ahora un nuevo episodio en la Copa América de Chile en un escenario racial muy distinto del de hace un siglo.
Ganadora de la Copa América por primera en 1919, Brasil acudió a defender su corona un año después a Chile sin jugadores negros. El presidente del país, Epitácio Pessoa (1865-1942), ‘aconsejó’ que en la selección no hubiera jugadores negros. Esgrimió que eso evitaría incidentes en Valparaíso, pero a nadie le escapó que detrás de la decisión estaba el racismo camuflado del que fuera representante brasileños en las negociaciones del Trato de Versalles.
Sin su primera gran estrella, el mulato Arthur Friedenreich, la campeona fracasó al ganar 1-0 a Chile y perder 6-0 ante Uruguay y 2-0 con Argentina. Antes de regresar a su país, la delegación brasileña acordó disputar un partido amistoso contra Argentina en el campo deBarracas, en Buenos Aires.
En la mañana del partido, el 6 de octubre, al hotel de la selección brasileña llegaron ejemplares del diario argentino ‘Crónica’ de tres días antes (el partido se iba a jugar el 3, pero se aplazó por las lluvias). En el periódico aparecía una caricatura firmada por Antonio Palacio Zino en la que se veía a un grupo de primates vestidos con la equipación de Brasil y un artículo titulado‘Monos en Buenos Aires. Un saludo a los Ilustres huéspedes’ cuyo contenido iba de la mano del dibujo.
El enfado entre los brasileños lo encabezó el capitán de la Seleçao, Augusto María Sisson, quien quiso convencer a sus compañeros de que la afrenta era de tal calibre que lo mejor era renunciar a jugar. En el seno de la delegación brasileña se produjo tal fractura que sólo siete jugadores decidieron presentarse en Barracas para jugar por respeto a la camiseta, al público que había pagado su entrada y, sobre todo, porque la recaudación era para un asilo de niños huérfanos.
El partido arrancó con 11 contra 11, pero con la camiseta de Brasil jugaba el jefe de la delegación Osvaldo Gomes (jugador ya retirado y autor del primer gol de la historia de Brasil, 20-7-1914 en el estadio de Laranjeiras) y cuatro argentinos para poder completar el equipo. Al darse cuenta la grada de lo que pasaba, arreciaron los insultos y comenzaron a caer objetos. Se decidió entonces que el partido se siguiera jugando y no tener que devolver el dinero por las entradas compradas, pero solo siete contra siete para respetar la integridad del equipo elegido por Brasil para el partido y que venía de la Copa América.
El encuentro, que para muchos no puede incluirse en la lista de oficiales, acabó con 3-1 para los argentinos. La crónica del Diario de Santa Fe era escueta: “Fue un match pobre, sin ninguna alternativa digna de mencionarse. Jugaron sólo siete jugadores por bando, siendo apedreados por la concurrencia”. El equipo argentino lo formaron Tesoreri; Cortella,Bearzotti; Bruzonne, Calomino, Lucarelli y Echeverria. El brasileño: Ayrton;Constantino, Osvaldo Gomes; Kunzt (era el portero y jugó de centrocampista), Alvariza,Castelhano (que hizo el 0-1 en el primer minuto) y Joao. Al día siguiente, los argentinos organizaron varios actos de desagravio.
En Brasil, sin embargo, lo ocurrido pasó inadvertido. En el país sólo se hablaba de la visita oficial del Alberto I de Bélgica y nada se iba a contar que pudiera perjudicar la imagen del presidente Pessoa, que no andaba muy lejos de lo publicado en Argentina.
Sin embargo, un año después el presidente brasileño sí iba a utilizar lo publicado por Antonio Palacio Zino. La Copa América de 1921 se disputaba en Argentina. Pessoa, que debido a su cargo era también presidente de honor de la CBD (embrión de la CBF) dispuso que como en Argentina llamaron ‘monitos’ a los jugadores brasileños, “al campeonato no vayan más que jugadores que sean rigurosamente blancos”. La fina pluma del mulato Lima Barretoaguijoneó al presidente: “Acostumbrado a resolver graves temas como el color de los pantalones de los invitados en las recepciones decidió que no estuviera estos jugadores para que ahí afuera no supieran que en Brasil tenemos este estiércol humano”. Hay que señalar que Lima era un enemigo mortal del fútbol, al que veía no como un deporte y sí como un vehículo de explotación social y racial.
En 1922, la Copa América se volvió a organizar en Brasil. Los dirigentes de la CBD lograron a duras penas convencer a Pessoa para que el seleccionador pudiera contar con jugadores negros. Solventado ese problema, el ministro de Exteriores, Domício da Gama, tuvo que sentarse con el gobernador de Sao Paulo, Altino Arantes, para que los jugadores paulistas estuvieran en el torneo. De fondo, el eterno conflicto en la Federación entre cariocas y paulistas.
Aunque Friedenreich se lesionó en el primer partido, Brasil se proclamó campeón en un desempate ante Paraguay (3-0). La lesión del ‘Tigre’ Friedenreich (‘El Mulato de ojos verdes’) se convirtió en un escándalo al denunciar el jugador que la CBD no hizo nada para recuperarle y que él tuvo que pagarse todo el tratamiento.
No hay en el mundo del fútbol una rivalidad como la que mantienen Brasil y Argentina. En los más de 100 duelos que han disputado se encuentra de todo, hasta el punto de calcularse que más de la mitad de ellos sufrieron incidentes notables: un partido en 1912 antes de que Brasil tuviera equipo nacional como tal, peleas tremendas, acusaciones de envenenamiento, suspensiones, insultos y hasta un partido de siete contra siete. Esa batalla inicia ahora un nuevo episodio en la Copa América de Chile en un escenario racial muy distinto del de hace un siglo.
Ganadora de la Copa América por primera en 1919, Brasil acudió a defender su corona un año después a Chile sin jugadores negros. El presidente del país, Epitácio Pessoa (1865-1942), ‘aconsejó’ que en la selección no hubiera jugadores negros. Esgrimió que eso evitaría incidentes en Valparaíso, pero a nadie le escapó que detrás de la decisión estaba el racismo camuflado del que fuera representante brasileños en las negociaciones del Trato de Versalles.
Sin su primera gran estrella, el mulato Arthur Friedenreich, la campeona fracasó al ganar 1-0 a Chile y perder 6-0 ante Uruguay y 2-0 con Argentina. Antes de regresar a su país, la delegación brasileña acordó disputar un partido amistoso contra Argentina en el campo deBarracas, en Buenos Aires.
Epitácio Pessoa
En la mañana del partido, el 6 de octubre, al hotel de la selección brasileña llegaron ejemplares del diario argentino ‘Crónica’ de tres días antes (el partido se iba a jugar el 3, pero se aplazó por las lluvias). En el periódico aparecía una caricatura firmada por Antonio Palacio Zino en la que se veía a un grupo de primates vestidos con la equipación de Brasil y un artículo titulado‘Monos en Buenos Aires. Un saludo a los Ilustres huéspedes’ cuyo contenido iba de la mano del dibujo.
El enfado entre los brasileños lo encabezó el capitán de la Seleçao, Augusto María Sisson, quien quiso convencer a sus compañeros de que la afrenta era de tal calibre que lo mejor era renunciar a jugar. En el seno de la delegación brasileña se produjo tal fractura que sólo siete jugadores decidieron presentarse en Barracas para jugar por respeto a la camiseta, al público que había pagado su entrada y, sobre todo, porque la recaudación era para un asilo de niños huérfanos.
El partido arrancó con 11 contra 11, pero con la camiseta de Brasil jugaba el jefe de la delegación Osvaldo Gomes (jugador ya retirado y autor del primer gol de la historia de Brasil, 20-7-1914 en el estadio de Laranjeiras) y cuatro argentinos para poder completar el equipo. Al darse cuenta la grada de lo que pasaba, arreciaron los insultos y comenzaron a caer objetos. Se decidió entonces que el partido se siguiera jugando y no tener que devolver el dinero por las entradas compradas, pero solo siete contra siete para respetar la integridad del equipo elegido por Brasil para el partido y que venía de la Copa América.
El encuentro, que para muchos no puede incluirse en la lista de oficiales, acabó con 3-1 para los argentinos. La crónica del Diario de Santa Fe era escueta: “Fue un match pobre, sin ninguna alternativa digna de mencionarse. Jugaron sólo siete jugadores por bando, siendo apedreados por la concurrencia”. El equipo argentino lo formaron Tesoreri; Cortella,Bearzotti; Bruzonne, Calomino, Lucarelli y Echeverria. El brasileño: Ayrton;Constantino, Osvaldo Gomes; Kunzt (era el portero y jugó de centrocampista), Alvariza,Castelhano (que hizo el 0-1 en el primer minuto) y Joao. Al día siguiente, los argentinos organizaron varios actos de desagravio.
Friedenreich
En Brasil, sin embargo, lo ocurrido pasó inadvertido. En el país sólo se hablaba de la visita oficial del Alberto I de Bélgica y nada se iba a contar que pudiera perjudicar la imagen del presidente Pessoa, que no andaba muy lejos de lo publicado en Argentina.
Sin embargo, un año después el presidente brasileño sí iba a utilizar lo publicado por Antonio Palacio Zino. La Copa América de 1921 se disputaba en Argentina. Pessoa, que debido a su cargo era también presidente de honor de la CBD (embrión de la CBF) dispuso que como en Argentina llamaron ‘monitos’ a los jugadores brasileños, “al campeonato no vayan más que jugadores que sean rigurosamente blancos”. La fina pluma del mulato Lima Barretoaguijoneó al presidente: “Acostumbrado a resolver graves temas como el color de los pantalones de los invitados en las recepciones decidió que no estuviera estos jugadores para que ahí afuera no supieran que en Brasil tenemos este estiércol humano”. Hay que señalar que Lima era un enemigo mortal del fútbol, al que veía no como un deporte y sí como un vehículo de explotación social y racial.
En 1922, la Copa América se volvió a organizar en Brasil. Los dirigentes de la CBD lograron a duras penas convencer a Pessoa para que el seleccionador pudiera contar con jugadores negros. Solventado ese problema, el ministro de Exteriores, Domício da Gama, tuvo que sentarse con el gobernador de Sao Paulo, Altino Arantes, para que los jugadores paulistas estuvieran en el torneo. De fondo, el eterno conflicto en la Federación entre cariocas y paulistas.
Aunque Friedenreich se lesionó en el primer partido, Brasil se proclamó campeón en un desempate ante Paraguay (3-0). La lesión del ‘Tigre’ Friedenreich (‘El Mulato de ojos verdes’) se convirtió en un escándalo al denunciar el jugador que la CBD no hizo nada para recuperarle y que él tuvo que pagarse todo el tratamiento.
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